Las veo en los noticieros y en las fotos de los periódicos en línea. En esta nueva normalidad incipiente, láminas de acrílico o vidrio que separan por precaución a las personas – al cajero del comprador, a dos personas tomando un café en un bar, a los miembros del jurado de un reality.
Y entonces entiendo, puedo representarla por primera vez.
Esa extrañeza. Esa distancia en cada almuerzo familiar. Esa incomodidad en las reuniones de trabajo.
Milimétrica, pero presente.
Sanitaria, para evitar el contacto/contagio.
Pecera, que dificulta la comunicación, y aunque es la misma lengua, no así el habla.
“¿Podés identificar cuándo no sentís esa barrera?”.
Sí, pero ya está muerta.